La política mexicana tiene ya en el horizonte un tema que puede cambiar las reglas del juego: la Reforma Electoral. Kenia López Rabadán, presidenta de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados, aseguró que este debate será público, abierto y plural. Nada de arreglos en lo oscurito, la promesa es que todas las voces tengan espacio para opinar sobre cómo deben cuidarse los votos de los mexicanos.
El anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien adelantó que enviará la iniciativa en febrero del próximo año, encendió motores en San Lázaro. La diputada recordó que es atribución del Ejecutivo presentar cambios, pero obligación del Congreso revisarlos con lupa, sin perder de vista que lo esencial es garantizar elecciones libres y confiables.
En paralelo, López Rabadán tocó un punto delicado: el fuero. Esa figura, pensada para proteger la libertad de los legisladores, se ha visto como un “escudo” para que algunos se salgan con la suya. Fue tajante: ningún político debe tener licencia para delinquir. El fuero, insistió, debe servir para garantizar que las y los diputados representen a sus electores, no para encubrir actos de corrupción.
La legisladora subrayó que la ciudadanía reclama políticos comprometidos con el bien común, no con negocios personales. El Congreso, dijo, existe para debatir y aprobar leyes que cambien vidas, no para proteger privilegios.
Mientras tanto, los diputados siguen con agenda cargada: en los próximos días se prevé la aprobación de al menos diez dictámenes, lo que marcaría la semana más productiva en lo que va de la Legislatura. Una señal de que la maquinaria legislativa está en movimiento rumbo a las grandes discusiones que vienen.
El gran reto será que el debate de la Reforma Electoral no se convierta en pleito partidista, sino en un ejercicio democrático que fortalezca la confianza ciudadana. Porque, al final, lo que está en juego no son los intereses de un grupo político, sino el derecho de millones de mexicanos a que su voto cuente y se respete.