El diputado federal Fernando Castro Trenti, de Morena, acaba de poner sobre la mesa una idea que suena tan ambiciosa como necesaria: transformar a Tijuana en la “Ciudad del Conocimiento” de México. No se trata solo de un cambio de nombre bonito, sino de una estrategia para darle a esta ciudad fronteriza un papel protagónico en la economía nacional a través de la ciencia, la tecnología y la innovación.
La propuesta busca modificar la Ley General de Asentamientos Humanos para abrirle camino a un modelo de desarrollo urbano enfocado en atraer inversión de alto nivel, generar empleos bien pagados y, sobre todo, preparar a la gente para los nuevos retos que exige el mundo actual. El diputado lo explica con una comparación clara: así como Silicon Valley nació de la alianza entre universidades, empresas y capital, Tijuana puede construir su propio camino a la innovación con su cercanía estratégica a Estados Unidos.
El contexto es clave. Con el auge del nearshoring —esa tendencia de las empresas de mover su producción más cerca de sus consumidores—, Tijuana tiene un as bajo la manga: su frontera con California. Si la ciudad ofrece talento preparado e infraestructura adecuada, puede convertirse en un imán de inversiones globales, sobre todo en industrias como la de semiconductores, que para 2029 se estima alcanzará un mercado de más de un billón de dólares.
Pero no todo depende del dinero. Uno de los retos más grandes está en la formación de talento. En México, tres de cada cuatro empresas dicen que batallan para encontrar personal especializado, y carreras como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas aún no atraen a suficientes jóvenes. Por eso, la iniciativa también contempla políticas para impulsar estas áreas y reducir desigualdades, pensando en preparar a la próxima generación.
Este plan se conecta con las políticas impulsadas por la presidenta Claudia Sheinbaum, que buscan fortalecer la relación económica con Estados Unidos, especialmente en zonas fronterizas. La apuesta es que Tijuana deje de ser vista únicamente como un centro de maquila y se convierta en un referente nacional de innovación y empleos de calidad.
Castro Trenti lo resume con una frase contundente: “Este no es solo un proyecto de ley, es un compromiso con el futuro de nuestra región”. La visión es clara: que Tijuana deje de mirar únicamente hacia el norte y empiece a brillar como un faro de desarrollo para todo México.